¡Nalgas, nalgas, nalgas!

Os voy a contar un par de anécdotas curiosas que me contaron mis alumnos en la escuela el otro día.

Resulta que el miércoles mientras daba a clase a dos de mis estudiantes (a veces simplemente les ayudo dentro de su clase en lugar de sacarles a otro aula), la niña sentada junto a nosotros no paraba de decir “nalgas, nalgas, nalgas” y es que mis niños me han dicho que están enseñando español a sus compañeros de clase. En la misma línea otra niña me comentó el otro día que un compañero de clase se le había acercado y había dicho “uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez” y claro yo me imaginaba la escena y me partía de risa.

Ese es el lado amable de mi trabajo, el más amargo es el de este chico llegado de Puerto Rico que no habla nada de inglés y que no para de decir que no quiere estar allí, y que no puede aprender nada. Es difícil tratar con él, normalmente a base de mucha paciencia y juegos consigo que hagamos algo pero debido a su edad le han puesto en una clase demasiado avanzada, cuando el necesitaría estar aprendiendo los nombres de las letras y sus sonidos, en lugar de leer oraciones completas.
Esta próxima semana espero tener buenas noticias en el campo laboral pero ya nos haremos un calzoncillo con la piel del oso cuando lo hayamos cazado, ¿qué pasa? El oso lo cazo yo y me hago con su piel lo que quiero.

Y me despido con un video de Ethan cantando la canción de las reglas del cole, que eso da para otro comentario bastante jugoso.