lunes, 13 de julio de 2009

Despedidas


El momento de las despedidas ya ha comenzado. El pasado martes (San Fermín) las chicas cogieron el toro por los cuernos y llevaron a cabo el primer desembarco. El sábado anterior nos juntamos en casa de mis padres con la familia para despedirlas.

El martes se produjo la despedida en el aeropuerto y esas son también complicadas, el que se marcha se siente impotente por el que se queda porque además la acción de marcharse es la que causa dolor en la persona que se queda. El que se queda trata de no hacer sentir culpable al que se marcha y trata de reprimir su pena. Mientras tanto, el que se marcha debe pelearse con el personal de la compañía aérea para que tramite su billete, con el de seguridad que te hace cien preguntas de manual sin prácticamente escuchar las respuestas. Y los niños que van dando saltos y carreras de acá para allá entre viajeros atribulados.

Después llega el momento del control de seguridad dónde el que se marcha sólo quiere que no le den mucho la tabarra los de seguridad y poder pasar TODAS sus pertenencias por el escáner y ponerse la ropa a continuación sin mayores sobresaltos. El que se queda observa en la distancia esperando un gesto del que se marcha mientras la cola avanza muy despacio. A ambos se les hace eterno.

En fin que todo el mundo pasa un rato amargo porque el hecho es que se va a producir una separación y esa despedida es el momento físico y final en el que ocurre y por más que uno lo intente no se ha conocido una despedida agradable. En los próximos días se van a producir muchas despedidas, muchos intercambios de cariño y buenos deseos. A veces afloran sentimientos que el resto del tiempo se dan por supuestos y sabidos pero que es en estas situaciones cuando no sentimos más inclinados a dejar aflorar. Quizá sea una de las pocas cosas buenas de las despedidas, el hacer saber sin dudas y en palabras lo que sentimos por los demás.

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