
Esta mañana mientras corría por el barrio iba pensando en un buen amigo mío que me enseñó que la vida se compone de ciclos, tanto en nuestras actividades como en nuestras relaciones con las demás. Cuando llegas a cierta edad (la que sea) y has pasado por tu ración de situaciones y experiencias vitales, esto te puede parecer una perogrullada pero para mí en un determinado momento significó una gran revelación.
En mi caso estoy viviendo un cambio de ciclo radical, hay un cambio laboral (todavía por concretar), de ubicación geográfica, de relaciones sociales (puesto que tendré que hacer nuevas amistades), de roles dentro de la familia dado que ahora es Jamie quién va a tirar un poquito más del carro al ser la aborigen; en resumen un cambio a gran escala que hay que aceptar con naturalidad e ilusión.
Lo de la naturalidad y la ilusión lo digo porque según otro gran pensador de nuestros tiempos (o al menos del mío) en la vida hay que dramatizar lo justito o si me apuras, mejor no hacerlo en absoluto. En la vida hay situaciones que parecen extremas y que en la escuela de los románticos conllevaría el correspondiente suicidio. Sin embargo, en esta línea de pensamiento más pragmática de la que es maestro este segundo pensador, no hay espacio para hacer de nuestras vivencias un drama griego; hay que tirar hacia delante y pensar al final y al cabo todo está en la mente y las cosas son tan grandes o tan insignificantes como nosotros decidamos que sean.
Todas estas disertaciones vienen al caso del comportamiento que han tenido mi familia y amigos durante estas semanas. A pesar de la pena que les causa (y a mí también) el que ahora estemos tan lejos y de la incertidumbre sobre nuestro bienestar, todos sin excepción has sabido ser positivos y disfrutar hasta el último minuto de nosotros de una manera plena y alegre. Apoyándonos en todo momentos y ofreciendo una visión positiva del cambio que se avecina.
A veces es difícil contentar a una mayoría o conseguir la aprobación general pero en mi caso si hubiera habido un límite en la cantidad de pensamientos positivos y ánimos que podía llevar en la maleta, seguro que habría tenido que pagar sobrepeso. Una vez más gracias a todos
Posdata: he corrido 30 minutitos oliendo a bosque y salvando a una tortuga de 1 kilo que intentaba cruzar la carretera, ¡Buenos días!
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