
Ethan y Sophia volvieron a casa con sendas bolsas de caramelos y felicitaciones, un globo que la escuela “invita” a los padres a comprar para sus hijos y unas cuantas tareas con motivos amorosos. El supermercado de referencia habilita un pasillo entero con dulces en forma de corazón u otros que mantienen su forma pero han sido empaquetados en tonos rosas y rojos. El despliegue es tremendo y como siempre os digo la “presión” hacia el consumo es brutal aunque por otro lado ese consumo es lo que hace de esta economía lo que es.
Lo más dulce fue que Ethan y Sophia volvieron a casa y nos empezaron a hacer regalos a su madre y a mi, Ethan comenzó dándonos sus tarjetas de Pokemon y sus muñecos Gormiti, y luego Sophia (que repite todo lo que hace su hermano) nos regaló sus pegatinas y muñecas. La verdad es que son unos niños muy cariñosos y mimosos y nosotros estamos encantados de que sean así.
Me imaginó que la siguiente parada en el tren del gasto absurdo será la celebración del día de San Patricio, con la excusa de los inmigrantes irlandeses de New York o Chicago nos invadirán con tréboles y guirnaldas verdes de aquí al 17 de marzo