
Después del shock inicial dejadme que os explique como funciona porque es de traca. Un día a la semana, hay cierta profesora que recibe un envío por parte de un popular establecimiento de comida rápida y “recluta” alumnos para que le ayuden a venderlo. Ella se queda en su clase con el kiosko abierto y mientras manda a algunos chicos y chicas, como Míster. Fagin mandaba a los huérfanos en Oliver Twist, a vender su comida por el instituto. Es decir que semanalmente hay estudiantes que en lugar de estar en clase recibiendo una educación, se pasan la mañana vendiendo comida e interrumpiendo el resto de las clases.
Aquellos que como yo, tendáis a buscar una explicación razonable a todo estaréis pensando que los fondos recaudados son para financiar la escuela, o que los alumnos que participan lo hacen en periodos libres (¿?) o que en definitiva hay una organización y un sentido para todo ello. Bien, a día de hoy no hay nadie que me haya sabido explicar a dónde va el dinero; los alumnos son “reclutados” sin ninguna consideración hacia su expediente académico (da igual que tengan examen) y esta actividad esta tan bien vista por el entorno escolar que el negarse a “prestar” alumnos se considera mal visto.
La educación pública está enferma y es un mal que como tantos otros está globalizado, pero desde mi punto de vista me atrevo a hacer esta reflexión. Si de verdad Europa quiere ganarle la partida a EE. UU. y a la pujante China como potencia mundial (o viceversa), en lugar para hacerlo es en la aulas. Fomentar unos buenos y sólidos sistemas educativos, que de verdad obliguen a los alumnos, padres y profesores a asumir su responsabilidad y desarrollar una acciones formativas ambiciosas, es la clave para desarrollar una sociedad más potente en todos los ámbitos, bien sean económicos, sociales o culturales. El sistema público estadounidense tiene problemas (igual que el español y el de tantos otros sitios), que el simple hecho de interrumpir todas y cada una de las clases para vender comida sea considerado más importante que hacer un examen es un claro síntoma de que las cosas han llegado demasiado lejos.
Esto no deja de ser un caso concreto en un instituto y en un estado concreto dentro de los Estados Unidos pero no deja de ser una señal de que hay cosas que no se están haciendo bien, y de que si no nos andamos con cuidado quizá vuestros hijos acaben vendiendo bocatas de calamares en lugar de aprendiendo biología o matemáticas. Por cierto, la capital de Wyoming es Cheyenne y tiene una población de medio millón de personas.
1 comentario:
Pues no sabía yo cual era la capital de Wyoming, no...
Estoy totalmente de acuerdo con el tema de la educación (por algo mis padres son profesores): se crea futuro y buenas expectativas con la educación...
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